José Pablo Escamilla : "Muchas veces mi trabajo ha empezado por un encuentro con alguien"
ALCA organiza en colaboración junto con el Festival Biarritz América Latina y el Poitiers Film Festival, unas residencias de escritura de cine. En este marco el director mexicano José Pablo Escamilla ha sido acogido en la residencia de La Prévôté de Burdeos desde el 3 de junio hasta el 1 de julio del 2022. Ha aprovechado ese momento para escribir parte de su tercer largometraje, Lumbre en Sueño.
Estás aquí en Burdeos en el marco de una asociación entre el ALCA, el Festival Biarritz América Látina y el Poitiers Film Festival. ¿Qué tipo de relación mantienes con estos eventos?
José Pablo Escamilla : Nuestra primera película como colectivo, Mostro, se estrenó en Biarritz para toda Francia. El festival tiene una energía peculiar, te hacen sentir como en casa y organizan un foro de coproducción que me ha llevado a conocer David Hurst, el productor que me ayuda con este nuevo proyecto que desarrollé en parte aquí con la residencia. También comenzó ahí una relación con la región que es enriquecedora. Es un buen trampolín a otros espacios… Y ha sido un buen viaje que me hizo pensar "voy a volver más veces". En México, el apoyo a las producciones y sobre todo a la exhibición de las obras, está cada vez más flojo. Eso conlleva que el círculo de la inversión se rompa, y que muchos creadores, en un país que está lleno de talentos, no puedan ni sobresalir, ni sobrevivir, incluyendo a los artistas que ya demostraron tener potencial.
Como dice el dicho: nadie es profeta en su tierra. Biarritz me ofreció esta oportunidad y también una relación peculiar con el festival, con Antoine [Sebire, el director del festival] con quien hablo regularmente. En México eso sería más difícil.
Aprovechaste esta residencia para desarrollar tu tercer largometraje, Lumbre en Sueño. ¿Nos cuentas más?
J.P.E. : La película trata de Lucas, un joven que trabaja en un restaurante de comida rápida y se la vive en su celular, en un bucle de scroll infinito. Este chico va a hacer varios encuentros. El primero es con la fotografía sin lentes. En un centro social de su barrio, entra en el cuarto oscuro y ahí tiene una epifanía. Encuentra también un hombre reportero de nota roja1 que le va a enseñar no sólo los trucos de la poesía de una imagen sino que también le confronta con la realidad de su profesión que es importante en México ya que tienen una conexión con la verdad del crimen organizado. También conoce a una mujer que se interesa por su trabajo. Ella perdió su hijo y hace arpilleras2 para hablar de esta desaparición forzada, lo cual también la posiciona como enemiga del Estado. En paralelo a todo esto, casi por casualidad, Lucas hace crecer una semilla que se convierte en una planta de la cual podrá comer la verdura en una de las hamburguesas que roba en su trabajo. Trata de la belleza que surge de sitios de los cuales no se esperaba, de donde no se debía en teoría. De poesía callejera. De las flores de concreto.
¿Cómo haces para estructurar una historia así de compleja con varios personajes y vínculos?
J.P.E. : No me interesa tanto la estructura de mis historias. Es decir, estudié obviamente la parte mítica de las estructuras de las historias, todo lo que Joseph Campbell desarrolló me apasiona, porque también tiene que ver con lo que contó en su día Aristóteles… Pero al fin y al cabo, es interesante conocer ese marco para luego romperlo. No tengo una fórmula para escribir mis historias, prefiero crear una alquímia. Tomé una vez un curso con Oscar Ruiz Navia y nos dijo algo que sigue haciendo eco en mi mente: para escribir, partimos de nuestra experiencia. Ese terreno de juego es a la vez enorme, y muy limitado. Por ejemplo, si escribo sobre una adolescente de 16 años, terminaré pensando: ¿vale y ahora qué? Yo no soy una adolescente de 16 años. Ahí es donde entran los actores, que nos traen su experiencia. Mi discurso con ellos generalmente es "Mi personaje vive eso. Ahora dime tú, ¿qué harías en esta situación?". Así la película está hecha con un poquito de ficción, y un poquito de realidad. Ellos me traen mucho, por eso prefiero trabajar con gente "real", gente de la calle. Y de hecho, muchas veces mi trabajo ha empezado por un encuentro con alguien. Mi primer cortometraje por ejemplo empezó porque estaba de luto, perdí a uno de mis mejores amigos. Fue duro su fallecimiento porque fue violento e inesperado: trataron de robarle el coche y le mataron. Y resulta que un día en una fiesta, conocí a un chico muy parecido físicamente. Le hice unas fotos y pensé que tenía que hacer algo con él. Igual me pasó con el chico de Libélula, el cortometraje que enseñé en ALCA al principio de mi residencia.
Aparentemente, en tu experiencia personal, tuviste que vivir la violencia de tu país, una parte de la identidad mexicana que se exporta muy bien hacia Europa. En tu trabajo, vemos que la violencia, sea esta física, o la del sistema, están muy presentes. ¿Es así?
J.P.E. : La violencia en mi país es un fenómeno cultural innegable. Luis Ospina utilizó las palabras porno miseria, en su película Agarrando Pueblo para hablar de lo que justamente se exporta hacia Europa y otras partes del mundo. Lo que queremos con esta película, y con las otras que hacemos, es reflexionar sobre eso porque estos temas - el narcotráfico, la presencia creciente del ejército - siguen aquí y son justamente los que tenemos que comentar. Si no lo hacemos, dentro de algunos años lamentaremos no haberlo hecho.
Mi amigo que mataron por su coche, ha sido una de las víctimas de este sistema violento del que hablamos. Aproveché la residencia para documentarme sobre las desapariciones forzadas que tienen lugar en México. La primera tuvo lugar en el 74, por lo menos la primera de la cual tenemos huellas. La realidad es que en esta época, América Latina sufrió la presencia del ejército americano. A veces de manera muy obvia, otras veces de manera más sútil, pero estos son los hechos. En México por ejemplo, tuvimos lo que llamaron "la dictadura perfecta" ya que a pesar que cambiaran los dirigentes, el poder se quedó siempre del lado que les convenía. Todo eso que estoy diciendo tiene que ver con violencia, tiene que ver con el sistema capitalista, con la presencia de la CIA…
La violencia también está en la manera que tenemos de tratar a los inmigrantes, cuando México es un país de migrantes también. El racismo y las políticas xenófobas que están ahora surgiendo, son violentos. Trump dejó su huella. Por ejemplo impuso la presencia del ejército mexicano a las fronteras con Estados Unidos, para impedir más movimiento hacia ahí. Nuestro ejército tuvo que separar a familias mexicanas, por orden de un presidente que no es ni el nuestro. Todo este sistema conlleva violencia.
Y aparte todo eso, existe también la violencia del sistema capitalista que tenemos que aguantar todos. Así que sí, la violencia tiene mil caras y sí, está muy presente. Como tal, es digno de explorar el tema. Mostro es una película sumamente pesimista que retrata una situación de desaparición forzada desde la perspectiva del que se queda y que tendrá que luchar contra un sistema listo y preparado para que no cambien las cosas. Esta nueva película trata de la juventud que crece en este valle de Toluca, y trata de contrastes, de diferencias, de secretos y de estructuras que no cambian. Al fin y al cabo, estamos hablando de Lucas contra uno o más sistemas.
"Fue raro pensar en el Valle de Toluca estando aquí"
¿Cómo te sentiste trabajando aquí en la residencia?
J.P.E. : El espacio está genial, la ciudad es muy silenciosa y no tuve que preocuparme de nada. Llegué, me apoderé del espacio, y me puse manos a la obra. Mi proceso es estar inmerso en mi mundo, así que es verdad que no me moví mucho. Y fue raro pensar en el valle de Toluca, estando aquí. He podido sentir hasta estrés al estar lejos de mi zona de confort. Pero también me ha permitido disfrutar del contraste, porque en cine y en arte en general siempre tratamos el contraste. Poder disfrutar de un país donde, aparentemente por lo menos, todo está bien. Entiendo el enfado de la gente de aquí, particularmente en un momento de elecciones, que seguramente estarán desilusionados, con la sensación de que precisamente no todo está bien. Pero mi novia por ejemplo, pudo salir a la calle de noche sin tener que estar pensando "qué me va a pasar?". Eso en México, no siempre es tan fácil. Tienes que moverte con un cierto código. Hay sitios donde no puedes ir. Mi propia madre me decía de no ir a manifestar, a protestar. Ella nació en el 64 y en el 74, tenía diez años, es decir que este sistema violento, se ha internalizado. Vive en el miedo de que por hablar, te "desaparezcan". Este mismo sistema ha conseguido que la censura seamos nosotros mismos, deseosos de mantener el status quo. Venir aquí me recuerda que este status quo, no es nada bueno. No estamos protegiendo un confort absoluto, estamos conservando un sistema malo, que nos hace sufrir, por miedo a que sea peor. De repente venir y empaparme de estas nuevas ideas y posibilidades ¡es un respiro!
Formas parte del colectivo Colmena, en México. ¿Qué papel tiene este colectivo en tu trabajo?
J.P.E. : Colmena para mí, lo es todo. Ahora mismo estoy desesperado por volver y leerles lo que he escrito para que me den su feedback. Su papel es muy importante, porque las películas que hacemos son las del colectivo. Y lo llamamos "Colectivo" y no "compañía productora" porque la manera de presentar las cosas en general y esta en particular, es importante. El núcleo de Colmena son 5 personas, pero ahora somos muchos más y eso nos hace llegar más allá. El poder que tenemos como grupo supera cualquier cosa que podríamos hacer solos : juntos vamos más lejos. Escribimos, grabamos, editamos y nos reímos mucho. En México la cultura del esfuerzo está muy desarrollada. Y visto que un día de rodaje es muy parecido a un día de guerra, podrías pensar que para conseguirlo necesitas a un ejército. Nosotros lo abordamos al revés: trabajamos cuando necesitamos, y cuando tenemos que soplar, pues se sopla. Le quitamos la presión y hoy no podría imaginarme los rodajes de otra manera la verdad.
Aparte de eso, también tenemos el sueño de poder abrir un cine, poner películas que nos gusten a nosotros y a nuestros amigos y seguir existiendo al margen del sistema que como dije, está cada vez más flojo. Veo que en mi país los jóvenes están muy ávidos de cultura. ¡Ocupemos estos espacios, que son necesarios!
¿Te sientes más mexicano estando lejos de México?
J.P.E. : Nunca me siento mexicano. Lo asocio al nacionalismo y no me motiva mucho la verdad. Si es cierto que romper la burbuja de mi cotidiano me vino bien, no nació de ahí un sentimiento así. Varias veces tuve la oportunidad de cruzarme con gente que tiene pasaporte mexicano, vive en el territorio que internacionalmente se reconoce como México, pero no se definen como mexicanos. En estos momentos, uno se pregunta "¿Qué significa ser mexicano? ¿Y qué derechos nos otorga?" Es cierto que las culturas que conviven en mi país son muy ricas, y es eso lo que quiero investigar. Quiero revivir los mitos que desaparecieron en la gran vorágine capitalista. ¿Qué podemos rescatar de allí? ¿Qué valores que están en desuso podemos retomar para generar un significado propio más allá del que nos imponen? ¿Cómo dar la vuelta a estas imposiciones? y dar paso a un mundo que sea más equilibrado.
¿Cómo ves a Europa desde tu ventana de burdigalense?
J.P.E. : La expresión que más me viene a la mente es "el viejo continente". Siento que hay mucha necesidad de ver desde aquí lo que se hace fuera. Desde esta perspectiva, el intercambio que estamos haciendo ahora, en tema de coproducción por ejemplo, es importante y valioso. Hay una voluntad muy grande de intercambio, y eso hay que cuidarlo.
1La nota roja es un género de la prensa sensacionalista o nota amarilla, definida por su exclusivo enfoque en historias que involucran violencia física
2Las arpilleras son una manifestación de artesanía comunitaria surgida durante la dictadura militar de Chile.